jueves, 26 de junio de 2014

Camino al paraiso

Camino al paraíso


Dicen que a Roma llegan todos los caminos, y mi anhelo es peregrinar aunque sea menos sagrado, por otro sendero  que culmine en un  distinto destino. Empiezo a vagar sin apenas dar un paso, y ese viento que encabrita las olas en espumarajo, recorre las veredas suspirando en la vanguardia, que mi corazón viajero se está acercando. Y en la antesala de esta aventura, con guijarros coronados, se levantan dos paredes esculpidas por natura,  con diez rostros  sonrojados. Dicen que toda  vida se refleja en esa pared, y besar sus caras con adoración te ciega de sensación y te eriza toda la piel. La senda que he de seguir sube buscando el cielo, y en mi corto paso pongo esmero, saboreando el paisaje que veo venir. Renuevo mis fuerzas y cuesta arriba voy, descansando en un claro a media altura, miro atrás el camino andado, fascinado por un paisaje de verdadera locura. Seducido en el foso de la vida soy Rey en su trono,  que atesora Tierra Media en la palma de su mano. Y salgo con mis huestes contemplando las colinas, deseoso de estar en  sus fuentes y beber con las manos. Con los ojos cerrados, me guían mis sentidos, imagino lo que no ojeo y descubro lo que ya vivo, cada paso es una huella que eterniza mi destino. Sigo el ascenso llegando a lo más divino y ante mis ojos sorprendidos, se elevan duras y tersas, las fuentes que brotan hermosas para deleite del peregrino. El goce y el magnetismo se apoderan de mí ser,  sorbo a sorbo voy saciando esta inagotable sed, quedo quieto embelesado, extasiado por beber. Y como en noche de luna llena, luces de oscuridad emergen de la laguna desde gran profundidad, y una insolente brisa de frialdad y agua fresca te resucitan para olvidar. Es un paraíso difícil de describir, para hacerte una idea casi lo tendrías que sentir. Exuberante, misterioso y abismal, pero sencillo como la misma vida.