MI HUÉSPED
Preparo
papel y los útiles para escribir.
Me
preparo para que hablemos de lo que tú quieras.
Cada
uno en su laberinto.
Cada
cual dentro de su esfera.
Hablemos
del engendro de nuestro carácter,
o de
ese maldito romanticismo.
Busquemos
como aplacar la sed,
sin
caer en el abismo de un amor enfermizo.
Estamos
atrapados dentro del caos,
por
el tropel de las rutinas que a diario vivimos.
Con
la fuerza en contra del infortunio,
qué
difícil es despejar la incógnita de tu destino.
Nuestras
vidas jugadas a cara y cruz.
Desenmarañar
esa madeja de entronques
que no
nos deja dormir con sosiego.
Sentir
en el alma ese gran peso
de todos
los años de devoción suprema.
Espera
un poquito y déjame acabar.
Busco
en mí, un vivo anhelo,
para
evadirme de pensamientos contradictorios.
No
solo me mueve el deseo,
me
mueve las curiosidades de tu frescura,
vivir
de prestado en tu corazón,
y tus
ojos acostumbrados a la penumbra.
Aguardemos
al día de mañana,
a primera hora de la mañana antes del amanecer,
al
enamorado se le abrirán todas las puertas.
Desahogado
de toda circunstancia,
con la
vida cogida como un racimo,
y a
la mujer como mujer,
huésped indiscutible de mi camino:
“Te
quiero, como cuando nos conocimos”.