Llegar a viejo
Hoy se me saltaron las lágrimas,
estoy a nada de cumplir un año más, adquisición esta que se unirá a todos los
que ya tengo en mi colección privada. No andaba emocionado por este advenimiento,
circunstancia que anualmente nos colma de alegrías y otras fiestas. Me conmovía viendo el caso idéntico de dos personas
que tenían ya el final de su horizonte señalado, una no quiere seguir hasta el
final y la otra desea que le ayuden a cruzar el último tramo con la mayor
dignidad posible. Un día te dicen que tienes algo dentro de ti, que te hará
sufrir hasta llevarte al final de tus días, que no hay cura alguna y que no
tienes ninguna alternativa. Llevas andado muy poco camino y tu mundo se hunde,
no sabes qué hacer con tu vida, que difícil es continuar cuando solo esperas la
caída. De pronto sientes un gran vacío, que no sabes cómo o con que llenarlo, pues el amargo fracaso se
ha hecho dueño de tu bien más preciado. Que difícil supone tomar la decisión
más importante de tu vida, y nunca mejor dicho. Llevar a término tus deseos, darle
forma a tus ilusiones aunque solo sea una vez, despedirte de todos, y cerrar tú
mismo la puerta para siempre. La otra persona ya anduvo casi todo el camino, su
historia está cerca de un desenlace. Pero quiere seguir siendo el, no adelantar
ni un segundo el momento de la despedida. Sabe que llega cansado, algo tullido,
pero no renuncia a recorrer erguido y orgulloso la recta final. Para llevar a
cabo esta empresa cuenta con su ilusión maltrecha, pero con la fuerza y el deseo
casi intactos. Se muestra contento a pesar de tener un futuro dudoso, pero vive feliz porque goza de
un horizonte iluminado, por la abnegación de los que los le rodean. Sé que
no estoy educado para dejar entrar la vejez en mi vida. Sé que cuando llame a
la puerta, querré escapar por la ventana y volver a la edad que tengo ahora
incluso menos. Sé que te haces mayor solo de pensar en la vejez, y que llegar a
ella no me va a dar la razón. Pero sí quisiera después de haberlo dado todo y
con el corazón asustado, llegar a viejo y no arrepentirme de nada de lo que he
hecho.
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