Soñar despierto
Chencho, Chesco,
Chisco, Chico, Cisco, Curro, Fran, Franchu, Francis, Franco, Frasco, Kiko,
Pachi, Pacho, Paco, Panco, Pancho, Papico, Patxi (vasco), Quico, tengo un
nombre muy hipocorístico, donde todos estos eufemismos suplantan en miles de
situaciones mi verdadero nombre, Francisco. Pero dejemos a un lado mi nombre,
para adentrarnos en una imagen que esta fija en mi memoria, yo mismo en una
cuna. No sé qué fue pero aquel ruido me despertó. Recuerdo estar con la mano
derecha sobre la barandilla, y el brazo izquierdo saliéndose por entre los
barrotes redondeados de aquella cuna azul. Mi madre la tenía siempre en su lado
de la cama, para cuidarme. Había poca luz en la habitación, la que se colaba por
la ventana, entre las aberturas de la vieja persiana de madera. Aquellas
persianas eran eternas, cada año tenían una capa más de pintura, eran
verdaderas cebollas, y de un color verde oscuro. Las paredes conservaban este tacto granulado
de la arena, y el zócalo pintado de verde hierba, con pintura fina, como mi
madre la llamaba. Los muebles eran muy clásicos, de madera ni buena ni mala,
pero el bocadito perfecto para toda carcoma. Desde la cuna oía voces de gente
hablar en el pasillo, aunque creía entender lo que decían, no tenía edad para reconocer quienes eran. Mientras
tanto seguía dándole vueltas a aquel
chupete de color caramelo, que en tantas
ocasiones me ayudo a coger el sueño.
Sinceramente no sé porque me acuerdo tanto de ese instante. Toda mi vida sigue
una misma pauta en todo, una fantasía de sucesos e imágenes que vivo mientras
duermo, soñando. Pero todos esos momentos los he sentido incluso despierto, con
la nitidez de la propia realidad. En estas fechas en los cines proyectan la
Vida secreta de Walter Mitty, es una película casi alegórica sobre mí. El
personaje vive despierto los sueños que tanto desea, y los imaginas mientras en
verdad le están ocurriendo otros hechos. He anhelado vivir algunos de mis
sueños, por ser especiales, y por razones nada ocultas. He dormido desde
siempre acompañado de ese espíritu, y nunca pensé que una mañana estaría desayunando
con ese mismo duende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario