Añoranzas
Tumbado aquí, no importa donde sea, miro hacia
arriba y me dispongo a dar rienda a mi insólita fantasía. El tiempo se detiene,
porque así lo deseo. Las piernas relajadas, descansan independientes, sin
esfuerzo. Los dedos de los pies, señalan pacíficos el firmamento, a pie
juntillas y sin ánimo de dar un solo paso. No quiero ver el cielo, ni poner
nombres a las nubes. Quiero, no ver en modo alguno, lo que en pie derecho me
enseñan mis ojos. Guardo las pupilas, y aprieto con fuerza los parpados,
intentando ver imágenes imposibles. Cierro mis labios, igual que cuando tomo
una decisión importante, queriendo forzar una palabra que no quiero decir.
Muerdo mis dientes, rechinando una risa cortante, pero sin estar en modo alguno
enfadado. Espero unos segundos, concentrado en mis latidos, para no oír nada
más que mi corazón marcando un ritmo descarado, sin congoja. Los puños cerrados
con fuerza, aferrados a un sueño gris oscuro. Abrazándome a mí mismo, sin más
vestiduras que este achuchón, me dispongo a viajar acompañado de mis añoranzas.
No estoy solo, en esta soledad. Me siento arropado por esos maravillosos
recuerdos, que se muestran cada vez que sueño los ojos. Me ilustran y me guían,
ante las dudas y las preocupaciones, que asolan mi respirar. Es una historia no
escrita y que no quiero echar en el olvido. Ellos, ella el, es el origen de mí
andar por esta bonita vida. Me siento vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario