Ese
abrazo final
Una
idílica playa de aguas cristalinas, una espectacular chica que rompe moldes,
una música que te envenena y te seduce a la vez con su mensaje subliminal,
ingredientes perfectos para un sensacional anuncio, que nunca llegaran a
hacerle sombra. Yo ya deje de tenerle
miedo, pero su mirada seguía siendo inquietante. Sus ojos inertes, esculpidos
en piedra, no dejaban de seguirme a cada
paso que daba, sin dejar de observarme. Su cálida frialdad, calaba mi falsa
piel de cordero, y su férrea personalidad dominante, no dejaba
lugar para saber que estaba pensando. Su estridente silencio se hacía con mi
valentía, paralizando esa frágil voluntad que apenas tengo. Tiene el cabello
largo, rubio dorado, tirabuzones quinceañeros henchidos de sol. Su solo
reflejo, deslumbra la mirada más invidente. Descansa en su sillón, dominando
cual reina, el aire que se respira. Sus marmóreas manos, duermen abiertas sobre
los encajes de su blanco vestido. Siempre
lleva un soplo de vida junto a ella, que está presente allá donde este, y que
la propia vida está en ese soplo. Puede no ser un ejemplo de estereotipo, pero
tiene las cualidades de una gran persona, su corazón y su humildad. Es culpable
de tener a todos bajo su manto, de convertirnos en el centro de sus desvelos,
aunque ella no sea el de los nuestros. Hay un pequeño rincón al que todos
pertenecemos, donde nadie está excluido, su pensamiento. Tiene una debilidad,
una necesidad, su punto débil abrazarte. Sin palabras, con gran sentimiento,
para olvidar, no querrás separarte de ella. Solo necesitas un abrazo suyo.
1 comentario:
Precioso. Que pena que la chica tenga los ojos inertes pero una pasada de todas maneras
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