La vida
Cada mañana me afeito intentando fomentar una
actitud, quiero esta presentable y guapo, para poder flirtear con la vida. Cada
día salgo a su encuentro, con la ilusión de un niño en la noche de Reyes,
esperando que me sorprenda y me enamore su esencia. Pocas cosas hay tan
infrecuente en la vida, como ella misma. Tocarla, y tener la sensación del
momento adecuado, de saber que está contigo viviendo la experiencia más hermosa
que se puede tener. Es un momento y una situación fundamental en el que también
tienes que hacer caso a tu corazón. Cada vez que cruzas el umbral, se corta la respiración, se agitan los latidos y
los sentidos se expresan abiertamente sin prohibiciones. Solo una disculpa irónica,
te aleja del duro trance de intentar un
contacto humano y de descruzar los brazos en busca de un emotivo sentimiento.
Nos han inculcado tantas virtudes para andar por esos caminos, caminos que
serpentean la luz de la vida, y que desembocan en andares sin sentido.
No quiero andar con ceremonias, exponiendo las posibilidades de alterar el curso del tiempo, planteando unas dificultades insuperables. No quiero que el tiempo transcurra lo suficiente como para empezar a aburrirme. Quiero la emoción de poder despertar la magia, y todos esos sentimientos, dignos de ser preservados para disfrutar en cualquier momento sencillo de la vida. Que la discusión entre la noche y el día, sea un simple detalle, de la intimidad de cada uno.
Qué bueno sería presenciar un efecto estupendo, en el que todos los ojos se movieran y miraran al unísono, hacia un mismo punto indefinido. Hacia una verdad que no nos arrebate la ilusión, sino encontrar un lugar donde compartir todos los sueños. Porque sin sueños perdemos la esperanza, y la vida no es vida. Todos los días me afeito, con el deseo de encontrarme con ella, de ser feliz sin tener que esforzarme, de alegrar a todos cuantos se cruzan en mi camino, de no rendirme ante el fracaso, y de vivir la vida sin hacer mal a nadie. Lo mejor de la vida está en nuestras manos, en hacer todo lo que no puedes hacer, porque la vida es ahora, y no cuando la recordemos.
No quiero andar con ceremonias, exponiendo las posibilidades de alterar el curso del tiempo, planteando unas dificultades insuperables. No quiero que el tiempo transcurra lo suficiente como para empezar a aburrirme. Quiero la emoción de poder despertar la magia, y todos esos sentimientos, dignos de ser preservados para disfrutar en cualquier momento sencillo de la vida. Que la discusión entre la noche y el día, sea un simple detalle, de la intimidad de cada uno.
Qué bueno sería presenciar un efecto estupendo, en el que todos los ojos se movieran y miraran al unísono, hacia un mismo punto indefinido. Hacia una verdad que no nos arrebate la ilusión, sino encontrar un lugar donde compartir todos los sueños. Porque sin sueños perdemos la esperanza, y la vida no es vida. Todos los días me afeito, con el deseo de encontrarme con ella, de ser feliz sin tener que esforzarme, de alegrar a todos cuantos se cruzan en mi camino, de no rendirme ante el fracaso, y de vivir la vida sin hacer mal a nadie. Lo mejor de la vida está en nuestras manos, en hacer todo lo que no puedes hacer, porque la vida es ahora, y no cuando la recordemos.
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