domingo, 13 de abril de 2014

Mis amigos

Mis amigos.


Que paz, sentado sobre este durísimo muro de piedra y cemento, y que dolor de espalda intentando encontrar la posición menos incomoda. Que silencio, hablando de memoria conmigo mismo, las cosas que se agitan y alteran en mi cabeza. Que tranquilidad, mirando con ansia la grandiosidad e imponencia del mar. Que ajetreo contando una y otra vez las olas que azarosas e insistentes, se pelean por llegar a la orilla. No te cansas ve verlas llegar, sus hechuras siempre cambiando, y hermoseando con sus mechones albinos y espumosos. Solas, o agrupadas, siempre vienen hacia ti, queriéndote tocar. Y se van de nuevo para volver corriendo, queriendo jugar con tus pies.  No importa si la mar esta calmada, o si las olas siguen empecinadas, en su particular desafío,  en su cara a cara con las rocas del acantilado, me pasaría las horas enteras disfrutando de la contienda. La mirada perdida y los pensamientos desordenados, juntos cogidos de la mano se adentran en un ínfimo instante, buscando un sitio donde abstraerse y quedarse a meditar. Cuesta elegir un sitio, o todos. La brisa te susurra, te rodea y te abraza, coartando tu elección. El sol te va mostrando su alumbrado camino, hacia el inmaculado horizonte, cautivando tu voluntad. El sonido del oleaje, te atrae, como si unas sirenas sedujeran tus sentidos. Que belleza poder disfrutar de esta vista, de este singular paisaje, que no cambiaría por nada. No tiene igual para mí, pasión, vida, tranquilidad, belleza, grandiosidad, sentimiento, verdad. Todo esto me recuerda a esos seres que no te abandonan cuando todo está perdido, a esos con los que ríes y riñes, a esos que te quieren como un hermano, a esos con los que lloras y  te olvidas de todo, con los que sueñas libremente, vosotros, mis amigos de siempre.

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