Latidos
Escribo
en mi respiración el tañido de su nombre, resuena mi razón que oculte de por
vida, protegida por designio de este
hombre, que supo soñarla bien
pero no vivirla. Peldaños de esa infancia que temí pisar junto a ella,
languidecen en el recuerdo porque nunca los subí. Los latidos, enfundados como
balas de metralla, anidan este oscuro corazón que no ha dejado de sufrir. Turbado
por los años, mi silencio jamás pronuncio una palabra, con las manos atadas de
indecisiones, acaricie el dolor más inhumano, y mis ojos encanecidos siguen
clavados en el cielo más lejano. Todo este tiempo negado, murió lapidado, de la
forma más macabra. La historia no está vacía, aunque las páginas sigan en
blanco, los sueños iban llenando la parte que no se escribía. El tiempo paso
deprisa, y los años doblegando, jamás descuide el faro que fiel trazaba mi
guía. Me acomode en una nube contemplando el devenir del mar, y aunque la vida
quiso que ella no fuera consciente, su esencia siempre estuvo más viva que
presente, y no tuve en ningún momento razones para olvidar. De vuelta de todo
no estoy ajeno a mis dudas, escrupuloso, en los mismos errores volvería a caer.
Repetir la misma historia seria la peor de mis curas, pero un reencuentro
inesperado, no lo dejaría correr. Le quisiera desilusionar en otra oportunidad,
sabría cuál es la razón y por qué no fue elegida, un sentir tan puro que suena
irreal, por prometer más ilusión que un querer de verdad. Es la persona más
buena, que tiene un gran don, ser su amigo es mucho, amarla y quererla una
ilusión.
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