domingo, 31 de agosto de 2014

El ultimo cromo

      El último cromo

            Vivimos en una época donde ensalzamos cualquier nimiedad,  con tanta indolencia y compartiéndola con todo el mundo, con la misma  alegría con la que hacemos participes a familia y amigos del nacimiento de un hijo, que desatino. Un verdadero dislate, etiquetarlo todo con un “me gusta”, lo hacemos con todo y con todos. Que alguien muestra una foto, no importa ni la calidad, ni como este posando, “me gusta”. Que colgamos un vídeo de la cosa más absurda y con un interés más bien escaso, “me gusta”. Que plagiamos un pequeño texto, haciendo referencia a cualquier recomendación sobre la vida, “me gusta”. Y si nos lanzamos a la piscina, y queremos hacer un comentario escribiendo más de dos palabras, mejor nos hubiera ido dándole al “me gusta”.  Incluso lo hacemos con personas que ni conocemos, ni siquiera de vista. Ya no valoramos nada, ni parece que demos la importancia que  merece cada cosa. Siempre hemos tenido en mente ciertos valores de la vida, que posiblemente estén en desuso. A los regalos se le da un valor sentimental, por alusión a la persona que hizo el regalo, pero siempre cuando hay una tercera que nos oiga decirlo, para podernos vanagloriar bien,  sino no tiene valor. Valores familiares esos lazos que nos unen en navidad, y que nos tienen nominados el resto del año. Y con el hándicap de cuidar a esos ancianos que nos dieron todo, que estorban lo suyo, y que tienen la fea costumbre de dejar siempre algo en herencia. Y el narcisismo, esa admiración en exceso que algunos sienten por sí mismos, esa presunción de que su valor personal no es cuestionable,  por estar afectado de una vanidad exenta de humildad. 
           La importancia que le damos a las cosas, los valores y principios morales que sirven de guía en una sociedad, y esa apreciación que tenemos de ciertas personas por sus cualidades, su capacidad y su honradez, porque no podemos tenerlas presente en todo momento y en cualquier lugar. Recuerdo cuando empezaba una colección de cromos, con toda la ilusión de un niño, y con el ansia de acabarla rápidamente. Comprar los sobres con los cromos, cambiar los repetidos con los amigos de clase, conseguir aquel tan difícil era toda una aventura. Pero el más importante de todos, el que tenía un gran valor, el que hacia olvidarte del resto, el que ponía un broche de oro a la colección, sin duda alguna era el último cromo. Todos eran importantes, pero ese último tenía un valor especial, que solo tu sabias y que no necesitabas gritarlo a los cuatro vientos, ni etiquetarlo con un “me gusta”, alcanzaba un valor sin precedentes. Siempre las cosas más simples, las más ingenuas, y las más sinceras consigue  un valor incalculable, y se hacen dueñas de tu corazón.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Pablo, veo con admiración tu afición al bloc y escribir textos llenos de sentimientos. Pero no ser si ponerte que me gusta, es broma me alegro gracias a carmen haber descubierto esta faceta tuya ME GUSTA

Unknown dijo...

Quise decir PAKO maldito auto corrector