domingo, 30 de noviembre de 2014

ONE

       O N E
       
De cara a la galería diría, que a pesar de la oscuridad el cuadro se ve limpio, con un sencillo dibujo, lo suficiente para transmitir la idea principal de la obra. La imaginación te lleva a la figura seria del personaje, principal y ausente. La limpieza visual de la escena se crece, con el toque de luz que muestran los objetos. Hay un equilibrio en el manejo de los colores que da  personalidad a la obra. La imagen esta trabajada con detalles de realismo, sin exceso de pretensiones. La calidad de la pintura es un claro reflejo de la sensibilidad del autor. No tengo palabras, estoy impresionado. Siempre me han seducido ver en un cuadro las telas, los encajes y bordados, como los de la pintura. Simplemente me emociona la tranquilidad del cuadro, yo viviría dentro de él. Sin verlo todos podríamos imaginarnos una pintura, un paisaje o bodegón. Ensalzar con un juego de palabras, la grandiosidad de una obra de arte, un buen vino, o el paisaje más asombroso no es difícil. 
Pero si tuviéramos que hablar del autor, las palabras no parecen reales. Idolatramos en exceso, por puro interés, para quedar por encima de todo. Calificamos y opinamos con la ligereza de ser unos entendidos en cualquier materia. Y pecamos de no ser justos, y sobrepasarnos en el reparto de adjetivos. Desde luego no soy un superdotado, pero me considero bastante inteligente y muy observador de todo lo que se mueve a mí alrededor. Y no pienso rebuscar una colección de adjetivos para hablar de alguien importante, naturalmente para mí. Pues ya guardo en mente, y por supuesto en el corazón, conceptos distintos y a la vez complementarios, que encierran la definición perfecta en una sola palabra, amigo. Tiene un formato tan diferente, un perfil muy particular, la configuración más apropiada, y que supuso un cambio en  mi vida. Puede que todos seamos diferentes en aspecto, pero todos vivimos vidas bastante similares, con las mismas alegrías, penas, y cánticos.
         Hay muchos momentos para reseñar, que tienen en común ese vocablo de cinco letras, aunque muy bien no sabría ciertamente cuando empezó todo. En el origen de todo, como el génesis, intervienen diferentes factores y hechos, que hace saltar la chispa con la porción mínima de compartir algo en común. La mitad de su ser es ser el número uno, el otro cincuenta por ciento paz, compañía, conocimiento y alegría. Quizás el momento que recuerdo con más sensibilidad, en el que tenerle cerca fue un alivio, fue en la perdida de mi padre. Hubo muchas personas, conocidos y amigos, pero con él ya había forjado una unión con unos valores difícil de romper. Recuerdo una salida al monte a buscar níscalos, siempre recordare a su padre a diez metros de mí, recogiendo los que encontraba y avisándome de los que yo pisaba. Los dos teníamos dos casas, pasamos a ser algo más que dos compañeros de clase, con una muy buena relación. Disfrutamos por igual de nuestra época de estudiante y de los compañeros. De aquellas dos chicas que alborotaban con sus ojos el recreo, que consiguieron que caminásemos juntos  a la luz de la luna. De preparar los exámenes en serio y en broma, junto a los Monty Python. De pintarnos unas sonrisas, desnudos,  manguera en mano. Y de ser prácticamente una pareja compenetrada, hilarante e imbatida jugando al frontenis. Sabíamos compartir confidencias y sueños, acompañados de unas cuantas Voll-Damm bien frías. 
Puede que al igual que todos no sabíamos que íbamos a ser en el futuro, pero si teníamos claro que queríamos ser antes y ahora. Seguiremos soñando en mañana, disfrutando y viviendo el hoy, con la gente que nos rodea. Seguiremos atesorando, cultivando y defendiendo la confianza y el afecto. Seguiremos con el mismo desorden, divirtiéndonos, y siendo dos buenos amigos.



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