Condenado
Cuando
mi mente empiece a olvidar lo que fuiste,
y
mi corazón se agite como la luz en la oscuridad,
mis
manos seguirán sintiendo la suavidad de tu cálida piel,
y mis
ojos seguirán buscando, aunque tú no estés a mi lado,
esa
mirada tuya, esos ojos desbordados.
Sigo
olvidado en aquella esquina, cada día, esperando.
Porque
sé que un día, ese único día, tu vendrás.
Cada
mañana amanece un día, ese mismo día desolado,
y
el sol se encara conmigo, cuando le miro, mientras espero,
en ese justo lugar, verte llegar y poder estar
a tu lado.
Cuando
mi mente recuerda, como te olvidé en el patio aquel,
como
entre juegos de inocencia, se perdió el corazón de dos niños,
como
la vida maliciosa, quemo las ilusiones
con un gesto mezquino,
aun
así, seguiré sintiendo las mismas
emociones de tu infancia,
porque
seguiré soñando que un día, ese día sin más, tu volverás.
Cuando
tu sonrisa entra por mis ojos, una fuerza sin control
sacude
mi pecho, como si fuera la piel de un tambor,
y
un torrente de emociones bajan descontrolados a mis entrañas,
donde
un fuego temperamental recorre los entresijos del corazón.
Tengo
el vello de punta, solo por verte sé que pierdo la razón.
Ni
la fabulosa máquina del tiempo, ni rozando la velocidad de la luz,
podrían
tocar mis dedos y alegrarme con otra oportunidad,
sé
que nada iba a cambiar, y que cometería los mismos errores,
la
vida y el falso destino, ya pactaron su adulterada amistad,
me
condenaron a vivir sin ti, a quererte en silencio, a privarme de tu paz.
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